El espacio es muy acogedor, con una ambientación cálida que hace que te sientas muy a gusto desde el primer momento.
Nos atendió Ángeles y su compañero, quienes nos brindaron uno de los mejores servicios que hemos recibido: amables, atentos, cercanos, profesionales, detallistas y con una sonrisa constante que hizo la experiencia aún más especial.
Pedimos todo para compartir y solo podemos decir que fue perfecto. Sirven los platos con un ritmo excelente: rápido, pero dejando el tiempo justo para disfrutarlos sin prisa. Las croquetas, cremosas de verdad, un 10. El pulpo, un auténtico espectáculo, en su punto perfecto. El solomillo lo pedimos para compartir, cada uno con un punto diferente, y tuvieron el detalle de separarlo ya emplatado según lo que habíamos pedido: sencillamente espectacular.
El broche final fue la tarta de queso con un queso local ahumado (no recordamos el nombre), que se ha convertido en una de nuestras favoritas.
Sin duda repetiremos en cuanto volvamos por Santiago.
Perfección es la mejor palabra para describir este lugar.