Descubrimos esta pizzería casi por casualidad, llegando a última hora y con muy pocas expectativas de que nos atendieran… pero desde el primer momento todo fue un 10. Nos recibieron con una sonrisa, nos dejaron pasar con nuestros dos perritos sin ningún inconveniente (algo que no todos hacen), y nos hicieron sentir como en casa.
El trato fue excepcional, cercano y amable en todo momento. Se nota que les gusta lo que hacen y que valoran a cada cliente, incluso cuando ya están cerrando.
Pedimos varias pizzas, incluyendo opciones sin gluten, y sinceramente… ¡buenísimas! Masa fina, ingredientes de calidad, sabor auténtico y bien equilibrado. La pizza sin gluten, en particular, nos sorprendió muchísimo: nada que envidiar a una normal, cosa muy rara de encontrar.
El local es acogedor, decorado con buen gusto, muy limpio y con un ambiente tranquilo que invita a relajarse y disfrutar de la comida.
Una auténtica joya.
Nos dio pena no vivir más cerca, porque sería uno de nuestros sitios de confianza para volver una y otra vez.
Gracias por la atención y el cariño. Volveremos seguro si estamos por la zona. Muy recomendable.