Entrar al Museo y Colegio del Arte Mayor de la Seda es como deslizarse por un telar que entreteje siglos de historia, arte y oficio. Ubicado en el barrio de Velluters, este edificio gótico del siglo XV restaurado con mimo y detalle me recibió con el aroma de la tradición y el susurro de los hilos que alguna vez sostuvieron la economía valenciana.
La Sala de la Fama fue mi primer asombro: un techo pintado por José Vergara que parece flotar sobre un suelo de cerámica valenciana del siglo XVIII. Luego, la capilla con su pavimento de azulejos blancos y verdes me hizo sentir dentro de un patrón textil viviente. Y el archivo histórico… una catedral de pergaminos, libros y documentos que narran la vida gremial desde 1479.
Lo más mágico fue ver los telares antiguos en funcionamiento, como si los artesanos del pasado aún trabajaran entre nosotros. Las demostraciones en vivo y los trajes tradicionales expuestos me conectaron con la esencia festiva de Valencia, donde la seda aún vive en cada fallera.
Este lugar no es solo un museo, es un homenaje a la paciencia, la belleza y la memoria. Un rincón donde cada hilo cuenta una historia, y cada sala invita a detenerse, observar y sentir.